Los 12 lugares que no te puedes perder en la Toscana

Rodeada de montañas que parecen glaciares, Carrara es la capital del mármol, un oro blanco cuya industria es conocida en el mundo entero. El Museo del Mármol es una parada obligatoria que te permitirá descubrir la larga industria marmolera de los Alpes Apuanos desde la Antigüedad hasta nuestros días, así como las diferentes técnicas de extracción que existen. En el centro de la ciudad, contempla el minucioso trabajo de los escultores de la fachada de la catedral de Carrara (siglos XI-XIV), de estilo pisano y con un espectacular rosetón perforado y con encajes. Si te apetece visitar las canteras, sigue los carteles informativos que indican «Cave di Marmo» para acceder a alguna sus tres cuencas: el paisaje lunar de la localidad de Torano, los grandes muros de piedra blanca de Fantiscritti y el bosque que rodea la cantera de Colonnata.

En Siena, el tiempo parece haberse detenido en la época de los torneos medievales, cuando la ciudad, gran rival de Florencia, era una tierra próspera cuyos artistas recorrían toda Europa. Hoy en día, Siena conserva la misma esencia gracias a sus casas y palacios de ladrillo, sus tejados ocres y sus callejuelas y cuestas que conducen al corazón de la ciudad, la piazza del Campo. La ciudad ha procurado desde hace siglos mantenerse a la altura de su rival, y ha conservado con sumo cuidado su patrimonio. Podemos destacar el majestuoso Palazzo Pubblico —decorado con frescos que representan la gloriosa época de la República de Siena— o la catedral, cuyo pavimento está considerado como uno de los más hermosos del mundo. Siena reúne múltiples obras excepcionales entre sus calles. La única pega de esta gran ciudad es la inmensa afluencia turística en verano, y especialmente durante el Palio de Siena, entre el 2 de julio y el 15 de agosto. Eso sí, que esta no sea una razón para venir. Como proclama la inscripción latina del portal norte de su muralla (Porta Camollia), «Siena os acoge con un corazón más grande que esta puerta». ¿Cómo resistirse a tanta belleza?

A menos de 80 km al oeste de Florencia se alza la pequeña ciudad de Lucca, que puede presumir de las elegantes murallas renacentistas que la rodean, que se han mantenido completamente intactas durante siglos. Aquí palacios, iglesias y calles empedradas son testigos de la edad dorada de una ciudad especializada desde el siglo XII en la fabricación y el comercio de la seda. Visita el Duomo di San Martino, una catedral de estilo románico-gótico pisano, con una fachada repleta de columnas ciegas completamente diferentes. No te pierdas la impresionante torre Guinigi. Aprecia desde sus 45 metros de alto las impresionantes vistas y las encinas que tiñen de verde la parte superior.

Situada en lo alto de una colina de toba a 550 m de altitud, Volterra te seducirá por su centro histórico medieval rodeado de imponentes murallas. En la Piazza dei Priori, en pleno corazón de la ciudad, se encuentran el Palazzo dei Priori —que inspiró en la construcción del Palazzo Vecchio de Florencia— y el Palazzo Pretorio, que también fue sede de los órganos de gobierno de la Edad Media. Volterra también posee vestigios de una época aún más anterior y prestigiosa, cuando era una de las doce ciudades de la confederación etrusca, como es el caso de la espléndida colección de urnas cinerarias del museo etrusco de Guarnacci.

Esta ciudad es conocida en todo el mundo por su torre inclinada de ocho pisos y arcos ciegos con columnas, y atrae cada año millones de turistas. Se trata del campanario de la catedral de Santa María Asunta, obra maestra del arte románico. La ligereza y la elegancia de su fachada y el púlpito gótico de Giovanni Pisano (1301-1311), hijo del famoso escultor Nicola Pisano, al que se le encargó la realización del púlpito del baptisterio situado enfrente de la catedral, son testigos de la grandeza y la riqueza del arte pisano de la época. Tampoco te pierdas las galerías del Camposanto monumentale, adornadas con frescos de los siglos XIV y XV, entre los que podemos destacar El Triunfo de la Muerte. NON Aléjate de la Piazza dei Miracoli y de la aglomeración de turistas y pasea a orillas del Arno, que, antes de llegar a Florencia, se adentra en la ciudad a través de hermosos palacios.

El tiempo parece haberse congelado en la ciudad medieval de San Gimignano, rodeada de murallas y gobernada por hermosas torres. Como no podía ser menos, su centro histórico fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1990. Te recomendamos que des prioridad a sus callejuelas medievales antes de admirar la Piazza della Cisterna, la antigua plaza del mercado en la que se alzan palacios y casas torre, y la Piazza del Duomo, centro político y religioso de la ciudad feudal. Visita el Palazzo Comunale (1288-1323), sede del museo cívico; la Torre Grossa, la más alta de la ciudad; la Colegiata de San Gimignano (1056-1460), catedral cuya fachada sobria contrasta con la abundancia de frescos en su interior; y la Torre Rognosa del Palazzo Vecchio del Podestà (1239-1337).

Aunque solo sea por la Basilica di San Francesco, vale la pena hacer una parada en Arezzo, a 75 km del sureste de Florencia. Tras una fachada austera de piedra y ladrillo, fiel a los cánones franciscanos, se esconden los admirables frescos de Piero della Francesca. Realizados entre 1453 y 1466, este ciclo de frescos, denominado leyenda de la Vera Cruz, son una obra maestra del Renacimiento italiano. Tras 15 años de restauración (1985-2000), la obra ha recuperado todo su esplendor. Entre otros tesoros arquitectónicos de la ciudad se encuentra la notable iglesia de Santa Maria della Pieve, de estilo románico y con una fachada muy trabajada. No dudes en echar un vistazo a su magnífico ábside o a su campanario cuadrado de varias plantas con galerías columnadas. Si te gustan las antigüedades, organiza tu viaje el primer fin de semana del mes y descubre 500 expositores en pleno centro histórico.

¿Sabías que antes de que las dos franjas de arena (denominadas tomboli) se uniesen formando la laguna de Ortobello, el promontorio del Argentario era una isla? Su costa salvaje cuenta con grandes acantilados que se adentran en picado en un mar turquesa. El litoral de este espacio natural esconde minúsculas calas y playas de arena, mientras que el interior está conquistado por una gran extensión de monte que culmina a 635 m en Punta Telégrafo. Déjate seducir por tres municipios: Ortobello —un istmo de tierra en gran parte artificial que divide la laguna en dos—, Porto Santo Stefano al norte y Porto Ercole al este. Las coloridas casas de Porto Santo Stefano al pie de la colina conforman el municipio más importante de Argentario. Aquí descansan los yates, y es el punto de partida hacia la isla de Giglio. Porto Ercole es un lugar más pintoresco gracias a su pequeño puerto pesquero, mientras que Orbetello, refugiado entre sus murallas, concentra bares, comercios y restaurantes.
A poco más de 30 km se encuentra la pequeña isla de Giglio (24 km2), que llenó tristemente las portadas de todos los periódicos tras el naufragio del Costa Concordia. ¿Te acuerdas? Esta ínsula cuenta con un gran encanto, debido a su puerto repleto de hileras de casas de pescadores y una villa medieval caracterizada por imponentes murallas. Aunque no es tan turística como otras islas del Mediterráneo, su visita merece la pena.

¿Sabías que el famoso vino tinto Chianti procede del valle del Chianti, un paisaje que alterna bosques de castaños, robles, cipreses e interminables campos de viñas? Esta zona se encuentra en el corazón de la Toscana, entre Florencia y SIena (de norte a sur) y entre Pisa y Arezzo (de este a oeste). El valle está repleto de numerosos pueblos medievales, como Greve in Chianti, Radda in Chianti o Monteriggioni, fieles testigos de los conflictos entre Siena y Florencia, que codiciaron el territorio en la Edad Media.

Situada a 50 km al noroeste de Siena, este pequeño pueblo forma un auténtico paisaje de postal. En 1458, el papa Pío II, nombre que adoptó el gran humanista Eneas Silvio Piccolomini, visitó el que era su pueblo natal, y despertó en él un objetivo claro: hacer del lugar que lo vio nacer un escenario artístico renacentista con la ayuda y los preceptos del arquitecto León Battista Alberti. De este modo, y con la planificación del arquitecto Bernardo Rossellino, en menos de cuatro años (1459 -1462), el pequeño pueblo de Corsignagno adopta el nombre de Pienza. La obra de Rosselino está principalmente centrada en la Piazza di Pienza, que concentra todos los símbolos del poder papal. En primer lugar, encontramos la catedral, marcada por la sobriedad de su fachada y en armonía con las iglesias de salón germánicas. Enfrente se sitúa el Palazzo Comunale (ayuntamiento); al oeste, el Palazzo Piccolomini —inspirado en el palacio Rucellai de Florencia y construido por Alberti— y al este, el Palazzo Vescovile, el palacio episcopal. Aprovecha la tarde para recorrer sus calles, cuando los turistas han abandonado un poco la zona. Visita las murallas, que ofrecen hermosas perspectivas de los monumentos y espléndidas vistas del Valle de Orcia. No te pierdas su increíble puesta de sol.

Como numerosas ciudades toscanas, Pistoia (o Pistoya) se enorgullece de su casco antiguo medieval, que se conserva intacto bajo la protección de sus murallas. Olvidado a menudo por los turistas, Pistoia es un destino que posee hermosas joyas, como la grandiosa Piazza del Duomo, en la que se encuentran varios palacios góticos y la Catedral de San Zeno (del siglo XIV), construida con mármol blanco y verde y dotada de un espectacular baptisterio de forma octagonal. En su interior, no te pierdas el altar de plata de San Jacobo, una obra maestra de la orfebrería que incluye más de 600 personajes (1287-1456) y guarda en la actualidad las reliquias del santo. Otro de los tesoros de la ciudad es la iglesia romana de Sant 'Andrea, y en especial su púlpito, obra maestra del escultor Giovanni Pisano.

Auténtico museo a cielo abierto, la capital de la Toscana se convierte en la cuna del Renacimiento bajo el poder de los Médici, especialmente durante el gobierno de Lorenzo el Magnífico, que deja consigo una época de esplendor artístico inigualable. De hecho, existen pocas ciudades en el mundo con tal cantidad de obras por metro cuadrado. Tal riqueza hace imposible visitar todas y cada una de sus joyas, por lo que lo más aconsejable es priorizar las más importantes. Ven y vive esa sensación tan intensa que provocan las creaciones de los más grandes: Da Vinci, Miguel Ángel, Giotto, Tiziano, Botticelli, etc. Cuidado no sufras el llamado síndrome Stendhal ante la majestuosidad de Florencia. ¿Sabías que en el siglo XIX el escritor francés, tras haber visitado la Basilica di Santa Croce de Florencia, escribió: «me latía el corazón, la vida estaba agotada en mí, andaba con miedo a caerme»? No es de extrañar, pues, que esta ciudad de artistas fuera declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO gracias a su casco antiguo, que atrae más de 10 millones de visitantes cada año. La Galería de los Uffizi, por su parte, atrae dos millones de turistas anuales. No dudes en salirte de los cánones y explorar los pequeños rincones de la ciudad. Cruza el río y descubre el barrio de Oltrarno, ubicado en la parte izquierda de la ribera del río Arno y de tradición más popular. Haz una pausa en una de sus plazas y experimenta el placer de respirar el arte y la esencia de esta bella ciudad.